lunes, 28 de noviembre de 2016




PUZLE: no me importan los sufrimientos. Lo que me mata es la esperanza.


                                                                     Para Noelia, la vida y una sonrisa.








Como la vida a la sombra de las palabras, la brisa de los sueños
busca la forma de los fonemas y sus encantos, padres de los placeres, la escritura
y los garabatos del alma, su topografía. Como un silencio de niebla y de bosque
prendido en el canto de la brisa y sus miradas, imperceptibles a los sentidos,
disformes, buscamos, sin embargo, con las uñas, extrañas coincidencias
que nos construyan, como sea, el puzle que haga de nosotros un ángel
libre de cadenas y aliviado, sobrio de salivas y grillos sin verano que cantar.

Caminamos y hacemos leguas y lenguas con el deseo. Nos buscamos.
Extraño esfuerzo para casar los sinsentidos y rumores de ecos
que nos llegan sin saber ni de dónde ni cuándo son alma o arañas
del corazón. La suma de arenas que la realidad desmenuza, infinitas,
es pieza desvaída por el tiempo, el amor y tus silencios: estupideces.

Con todo, si las mates pulen mi soledad, y si, por el olvido, se rompe la memoria;
y si el esfuerzo, por tóxica melancolía, suma para multiplicar
y recomponer nuestro esqueleto cual nubes de algodón, al final
mi nombre y las dudas serán de piedra o ceniza que tendrá sentido:
las mil piezas y un puzle, con genio y figura, sin intemperancias,

serán el marco donde las miradas que caen son lámparas de cristal. 

sábado, 19 de noviembre de 2016


Otro motivo más para la desolación de la quimera: el dolor como realidad inherente a la poesía., como Bataclán. 


Niza.

   "Ma mère est morte dans l'attentat. Elle pratiquait un vrai islam" ebx.sh/2a2UBGR

¡Cuánto dolor  rezuma  el odio de Dios!. Asombroso!. Hay días
rojos como la desolación de la quimera que descubren la nimiedad
de las amarguras de  mi corazón. Embebido en un  ego emplumado
que hace trizas los pulsos de las ganas de vivir, iba a llorar por  tu des-amor,
enquistado como el vértice donde se cruzan  los ejes del universo, como
si el mundo tuviese sólo tu nombre, onírico o patio trasero de los sueños.

¡Qué tristeza la mía ahora por entonces! Las brisas y los objetos me decían
tu nombre mientras mis ojos limpiaban las arañas del recuerdo.
Pero ya ni lo escribo!¡Qué estupidez! Encerrado en mis juguetes y  prisionero
de una obsesión, eran vedijas los arañazos aquellos  del mundo interior.

¡Sin comparanza!. ¡Vaya desastre! Un momento y las flores del mal fueron  las almas del flaneur en un nombre y en el grito de Les sanglots longs des violons de l’automne blessent mon cœur d’une langueur monotone: eran Fátima  y diez niños más de la mano de Copeland  y  los tres tunecinos y Caronte y su desconsuelo y mi dolor y la France y mis recuerdos de los mil autores que nunca leí y otro Bataclan en Niza del color de mi sangre, un nombre y la memoria y entonces y ahora,  por siempre , cuánto temor  y   padres  sin  hojas , en el sol
de julio, cuando Rachel, oro bruñido al sol, limpiaba el cielo con una  sonrisa.

DEcidme, amigos, habladme, un gesto. Sólo  un  susurro para que pueda
estrecharos  al tacto y amorosamente,  donde los justos beben la paz,  
y los besos  son palabras como espejos, carceleros del dolor: Dios.

¿Dónde estáis? Donde quiera, sólo veros con el corazón en la mano.
Ese es mi heraldo, contra el odio, por la paz y la palabra y para siempre, amén.
      


                                                                                                José Fernández.

sábado, 12 de noviembre de 2016

La poesía tiene una única realidad : el sufrimiento



Elegía en Bataclan.

                     Para Alberto Gonzalez Garrido y cientos más.


Todos los colores, al amanecer, eran palabras y silencio
de brisas y cantos de hojas en el bosque de Boulogne: su amanecer.
Los cinco continentes, con sus desiertos y arenas y dátiles
de cielo y luz y hambres de amor eran  Asta Diakite y Felipe con Nohemí
y sus verdugos de metal, hermanos de mi sangre, juguetes de la ira
cuando la lluvia y la noche los hacían juntos y parejos
como tantos, con sus manos entrelazadas en la  vida y los  viajes y sueños
sin cristales rotos en su corazón:  hasta la muerte,  Nick y  Bataclan, con nombre de
brasserie y XI Distrito  de Paris, eran sombras de alegría y tiempo y amor,
los escuderos del cansancio y del mañana sin rencor, la esperanza y sus juveniles servidores
sin la memoria del Hebdo y su crucifixión.

Fue entonces la muerte y el hombre y su identidad: la máscara
de la crueldad y sus carnes vírgenes por alimento principal, la picadura
de retina entre los dientes para masticar y un aliño de mariposa, el nombre de Alá para digerir
el   horror. Nos sabemos así y lo queremos;  nos hacemos
de dios y sus profecías con el fuego de la nada, la consunción vacía
de  nombres que son y serán, por ellos,  mayúsculas en mi corazón: Djamila Houd y Michelle
con Guillaume y Mathieu con Thierry y cientos más,
conmigo vais, mi corazón os lleva cuando soplan vientos de otoño 
teñidos de rojo y negro y almas y   angustias blancas por conoceros.



                                                                                                                                    José Fernández.



Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé! 
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos, 
la resaca de todo lo sufrido 
se empozara en el alma... ¡Yo no sé!
  César Vallejo




jueves, 3 de noviembre de 2016


Nada tan necesario como doscientas diecinueve palabras cuando estas a punto de caer en la desesperación.





En sangre derramada.

                                     Algunos días amanecen desangrados
                                                                         Marina Casado.
En sangre derramada, el magosto del instante
me rodea los dedos con sus caracoles y las esquirlas
que hacen del recuerdo el pan ácimo
con sabor de alma en mi corazón: con alegría,
dosifican el pesimismo y las luciérnagas
que rompen la noche y las luces
de su oscuridad.

Ocres en el camino y violines
y arpegios en tus palabras, hacia la esperanza,
en este noviembre de Malasaña y amor,
voy de la soledad
a la vida de mi soledad y sus inflexiones
que hacen del  silencio
campo mustio de silencios tristes. Perceptible apenas,
el sonido de la niebla habla bosques de sombras y palabras
tremendamente largas, como el hambre que nunca se tiene;
tan inocentes como el color de las  intenciones, apenas
dirimidas por la falsedad y el engaño y las heridas en el costado,
en sangre derramada, seca y oscura, hecha lanza por una traición.
No hay cruz para este dolor ni clavos para enclavar el tiempo
en las agujas del reloj que me cruje contra la esperanza
y sus indómitas calaveras de azul y papel. Será el mañana, sin embargo,
la cripta embrujada, cual rotación sin futuro,
en el presente, con sus goznes y visajes... será el mañana
el soplo del hoy para una resurrección, sin el ayer
como soga y piedra colgada  a mis pies.