miércoles, 22 de marzo de 2017

¿Quién se atreve contra la periferia de las palabras? Sólo quien no se atreve a buscar una entrada en ellas. 




REVOLTIJO
                            Para Ana G. de Loza: tantas cosas.


Este revoltijo  que zascandilea en  mi alma, a deshora, 
mientras el reloj anda a lo suyo, a risas con el tiempo
en la mochila  de las palabras con síndrome de café.  En
este revoltijo, amable lector, las hojas con  primavera
hacen de setiembre  la apacible sombra que se cuelga
de una sonrisa, hija del recuerdo y la nostalgia.

Encontrarás, también, criaderos de arañas  bien diminutas
o gordas y peludas como tarántulas de laboratorio:
desayunan pálpitos de corazón o  de confianza 
como entradilla para un día de sol  con nubes 
en tránsito hacia el aguacero del anochecer: la soledad.

Y, con lo dicho, no  pienses  en  síntomas de derrota. Al contrario:
el pie en el estribo y el silencio en la grupa de  la vida, o
 la suma de cuentas, entre los dedos,  del rosario
que cobija  la fuerza en el revoltijo  cual  conservante,
 son el maratón de todos los días con las ansias  de victoria
en los cien metros o lo que sea, con el hábito de vencer.

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