miércoles, 10 de mayo de 2017

A las aladas almas de las rosas, sin conjuros, mejor en soledad y sin palabras oídas,  nunca. 




LA  BRISA
                  Recuerdos Insepultos acercan la liturgia de la melancolía.
A.       García López.

Alma  de la sombra y de las fatigas, amiga y compañera  
cuando la palabra es  el gusano de la solitud, onírica la vida
de ensueño  cuando los peces con tu nombre
muerden las esquirlas del  corazón y las trituran
como tu las ansias de soledad;   como una envoltura
de manzana azul es el sabor de tus caricias.

La misma, fatigada por la desolación y las quimeras,
y con lenguas de fuego en la garganta.  Y contigo contra
 las dudas que me atenazan, abres el  horizonte
a las puestas de un sol compulsivo y necesario
 cuando te busco contra  la desesperación:

un rumor, entonces,  de melodía  in crescendo  hasta la plenitud
me eleva  y me da alas: remonto, audaz,   para seguir
y volver a empezar . Y   con el verbo hecho  por el  hambre,
henchido  el corazón, me oreas, con delicadeza y cendal, 
las  orillas  del tráfago del sufrir, donde la sombra sonríe
 con su compañera, la brisa,  en aquel  roble del ayer.

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