viernes, 16 de junio de 2017

Se me colaron en las palabras como rueda una espina en la sangre del corazón. 

La saltaera

¿Cómo salir del  cielo que es azul como  una  naranja? ¿Como las nubes,
a lágrima viva para  que nunca falte a la noria
el agua  como palabra? Son  hijas de la tormenta  con vientos huracanados
sin la cocción de los sentidos, una salmodia derramada.

¿Deambular como un roto corazón? ¿Qué nombre para restañar una herida?
Un silencio de miel podría ser cual bordón donde asir una esperanza
en línea con el horizonte, el alma lisa y sin apellidos.

¡Qué gozo!

¿Y si hago del color un suelo firme donde senderos innumerables
hacen posible un camino lleno de luz y de las horas del día? Tal vez  las  imágenes
 con mis dedos forjan  los clavos donde asir los resortes
 de la voluntad: la  implosión que  arranca  las astillas del corazón.

Y vuelta a empezar:

 ¿Cómo salir del  cielo que es azul como una naranja? ¿Dejarse caer
como pluma de sangre  en las garras  del halcón?

¡Nunca!

Contra las sombras,  con nuevos  objetivos y  los pasos contados
para  el  esfuerzo final, un resorte y un punto firme
como el pábilo, en el desierto, de la antorcha del amor: la saltaera,  
la puerta del silencio , contra el viento, para volver a empezar.


EL SENDIRU.

Sin pretensiones, como anillo del tiempo y de la prisa, contra el rodeo de la palabra y la miseria de la sebes,
haces de la diferencia tu identidad: mis  pasos son tu marca, la huella digital  que te da un nombre
contra el volumen incierto de los caminos. En tu alma, ellos  cortan el tiempo y miden
la distancia contra la ansiedad y sus derivados; con el miedo,  pintan la oscuridad  de fantasmas,
 los cientos y miles  que te transitan desde el pasado hasta mis días ( mis padres y  abuelos o atávicos
rencores). Que también son los tuyos  por el polvo vívido que nos encadena a la imagen presa por el afán de llegar. Y siempre contra la finitud. Donde quiera la esperanza, donde sean las miradas, donde nunca los recuerdos, donde siempre tu presencia, bebes del caminante la sangre que apaga la sed de su prontitud. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario