viernes, 9 de febrero de 2018





la hoja en blanco.


Esta nevada  que nos amarra al palo mayor de los días con sus noches,  y esconde en el párpado la mitad de las palabras que necesitamos para  caminar; estas nevada, que  me  roba tu ausencia, arde fría  en el corazón;  esta nevada, como introito a la primavera y a las risas que nos esperan,  nos traerá el canto de los pájaros y la flores del cerezo, impacientes  al regazo y al tacto con un  sabor a expensas  del mañana.
El que dice esta canción:


Si vienes mañana a verme
y me traes tres palabras
que hablen de lo que fuimos
cuando  la nieve era blanca,
entonces valió la pena
que se rompiera mi alma
como  los fríos carámbanos
cuando buscan las miradas
que  esperan , cuando se caen,
para ser de nuevo el agua:
volver y esperar es todo,
un destino  sin patrañas
que hará mil flores y frutos
por mucha nieve que caiga.


 Esta nevada, ya ves que inesperada, en el febrero del dieciocho, es  oportuna
como la sed, aunque sólo Dios  conoce los derroteros que se pueden derivar.
¡Esta  nevada y los quistes de un corazón! ¡Ay esta nevada! 

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